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Durante años, esta señora no cejó, en sus prejuicios mecanicistas, hasta que un día, de repente, fue atravesada por la flecha del tiempo, que se perdió en el horizonte sin responsabilizarse de los daños, muy severos, por cierto, que había causado en un organismo por completo ajeno a su axiomática.
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El grito
Hace 15 años
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